Profilaxis en la Ganadería Racional

Herramientas para la Gerencia del Negocio Ganadero

Profilaxis en la

Ganadería Racional

Por: Zoot. Esp. Michael Rúa Franco

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En el siglo XV el humanista Neerlandés, Erasmo de Rotterdam, dijo: “Mejor es prevenir que curar”. Desde entonces, la frase se hizo popular. Sin embargo, ¿Qué tan preventivos realmente somos? ¿Tenemos realmente el buen hábito de prevenir para no tener que luego curar? ¿Lo estamos aplicando en la gerencia de nuestras ganaderías, a todo nivel? ¿Qué tan acostumbrados estamos a prevenir o a curar en las ganaderías? ¿Qué tanto impacto tiene, ya sea la prevención o la curación, que acostumbramos en las ganaderías?

Este es el tema que decidimos trabajar hoy en nuestro habitual Jueves de Veterinaria en CEG Internacional. Y espero que les resulte tan útil e instructivo o al menos reflexivo para cada uno de ustedes como nos han estado manifestando que ya lo han sido muchas de nuestras otras publicaciones anteriores. Así que ¡bienvenidos al tema!

Palabras clave: Prevenir, Curar, Profilaxis, Enfermedad

 

Definición de Profilaxis

Conjunto de medidas, acciones o tratamientos que se toman para proteger o prevenir de las enfermedades.

Definición de Enfermedad

Alteración leve o grave del funcionamiento normal de un sistema o de un organismo o alguna de sus partes debida a una causa interna o externa.

Definición de Curar

Hacer desaparecer una enfermedad, una herida o un daño físico a una persona, un animal, un organismo, un sistema, etc. Aplicar el tratamiento o los remedios necesarios para hacer desaparecer una enfermedad, una herida o un daño físico.

 

Enfermedades más comunes vs. Prácticas más comunes

Quienes ya nos leen de tiempo atrás seguro tienen ya bastante claro la diferencia que hacemos entre lo que es habitual en la ganadería convencional y lo que es habitual en la ganadería racional, siendo prácticas casi siempre radicalmente opuestas. No redundaré en ese tema como tal, pero inevitable tener que volver a establecer un paralelo para desarrollar el tema de esta publicación. Y es que mientras lo habitual en la ganadería convencional es acudir a la curación (lo que a su vez da cuenta de que a menudo se presentan alteraciones de salud o enfermedad, no solo en los animales, sino también en los vegetales, en el suelo, en el agua, en el ambiente, etc.), en la ganadería racional lo habitual debe ser la prevención (no podemos decir que siempre sea porque no todos los ganaderos que están incursionando en la ganadería racional estén siendo tan preventivos como se debería, y de ahí que hayamos decidido abordar el tema).

Les propongo que esta vez hagamos un ejercicio un poco más dinámico e interactivo, y que no solo se limite a realizar una lectura informativa:

Invito en este momento a cada uno de los lectores de esta nota a que por un momento hagan una pausa, y haciendo algo de recordación por favor sean sinceros para autoevaluar su caso en particular en cuanto a ¿qué tan a menudo tienen ustedes que recurrir a alguna práctica de curación para corregir o subsanar algún problema de los que afecta negativamente la salud o el bienestar de sus animales?

Y por favor sean lo más estrictos posible en este ejercicio, y no se limiten solo a prácticas veterinarias como tal, sino a todo aquello que de una u otra forma ha traído consecuencias negativas para el normal desempeño de sus animales en su ganadería. Considérelo todo, desde lo más leve o “insignificante” hasta lo más grave (que sin duda son aquellos casos cuyo desenlace es la indeseable muerte del animal, ya sea súbita o crónica), puesto que la definición de enfermedad no es exclusiva para referirse a lo más grave, sino a toda alteración al normal funcionamiento por leve que sea…

Ahora si usted quiere, tome papel y lápiz, y dibuje un recuadro de dos columnas. Elabore en este momento una lista detallada de todo lo que ha logrado recordar, para que lo tenga como una especie de radiografía de lo que está aconteciendo en este sentido en su ganadería listando cada enfermedad o alteración que recordó en la columna a la izquierda de la hoja. Una vez haya concluido esta lista, proceda a detallar una segunda lista pero en la columna de la derecha, indicando justo en frente de cada enfermedad en la columna de la izquierda, la práctica que ha llevado a cabo para resolver o corregir cada una de esas enfermedades o alteraciones.

El propósito de hacer estas listas es que podamos rápidamente identificar la enfermedad y su habitual tratamiento, aunque más tarde le va a servir para elaborar un plan de acción que le permita ir abandonando el hábito de curar y adoptando el hábito de prevenir, pasando de lo convencional a lo racional.

Y para finalizar este ejercicio, usted va a revisar línea por línea cada enfermedad y su tratamiento, y a un costado de cada uno de estos usted va a marcar con la letra C, si la práctica es curativa, o con la letra P, si la práctica listada es de tipo Preventivo. Con esto tendremos la radiografía completa de la situación actual de su ganadería en particular, en materia de salud y sanidad.

 

¿Somos Preventivos o Curativos?

Para la interpretación de resultados, usted contabilizará y totalizará la cantidad de veces que se repite la letra C y también la letra P. Si dos terceras partes (2/3) o más del total de las prácticas que se llevan a cabo salen calificadas con la letra C, significa que usted está dominado por el hábito de acudir principalmente a la curación de enfermedades y descuida la prevención de las mismas. Si en cambio la mitad o menos de las prácticas listadas salen calificadas con C, y a su vez la mitad o más de las prácticas listadas salen calificadas con la letra P, significa que usted tiene claro la importancia de prevenir pero le cuesta, todavía se le dificulta, adoptar de forma estricta un hábito de prevenir antes que curar, y está llegando todavía un poco tarde al manejo apropiado de una determinada problemática. Pero, si la mayoría de prácticas listadas salen calificadas con P, quiere decir que usted no solo lo considera importante sino que además tiene el buen hábito bien afirmado.

Ahora bien, ¿para qué es importante hacer este ejercicio? Y la respuesta aunque pueda parecer obvia, es que uno no va a saber qué es lo que le está causando al negocio ganadero fugas de dinero que impactan negativamente en la rentabilidad del mismo, hasta tanto no hace una evaluación a conciencia y por escrito de todo aquello en lo cual nos la pasamos haciendo inversiones que de haber un manejo correcto serían prácticamente innecesarias, como suele ocurrir por ejemplo con la compra de equipamiento, herramientas, dotación, insumos, etc. que requerimos para poder llevar a cabo las prácticas convencionales de salud y sanidad, por no ser preventivo sino curativo.

En oposición franca a esta situación desfavorable en la administración de la salud y sanidad de la ganadería, está la apuesta de prevenir antes que curar que se establece como hábito en la ganadería racional, en donde todo se trabaja para garantizar que los animales permanezcan en perfecto estado físico, fisiológico y sanitario, para no tener que gastar en lo que no sería necesario, y así abaratar los costos de producción, y convertir este rubro en aporte a las ganancias netas del negocio ganadero.

La clave, entonces, para lograr este propósito, está en establecer primeramente unas metas en cuanto a lo que consideraríamos el estatus ideal para la no presentación de cualquier tipo de situación que pueda causar alteraciones negativas de cualquier tipo en los animales o derivar en el desarrollo de enfermedades o daños (o muertes que sería lo peor), y establecer aquel conjunto de medidas, acciones o tratamientos que se toman para proteger o prevenir de las enfermedades que comenté al inicio de la nota, a lo cual llamaremos la PROFILAXIS DE LA EMPRESA GANADERA.

 

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Hábitos incorrectos en la ganadería convencional

Como crítica constructiva, quiero llamar la atención tanto de los productores ganaderos como de los profesionales y/o técnicos que apoyamos el trabajo de campo de rutina en las ganaderías en materia de salud y sanidad animal, para que reflexionemos en el mal hábito adquirido, casi siempre desde la formación universitaria, de querer solucionar todos los problemas de salud del ganado acudiendo sin reparo alguno a los tratamientos con medicamentos o insumos veterinarios, que casi nunca son baratos, y que casi nunca solucionan los problemas desde su raíz (porque en un sinnúmero de casos cuando así se procede el animal muestra una mejoría rápida e incluso eficaz, pero no se atacó la fuente o causa del problema como tal sino solo el cuadro clínico en el animal, y lo que sea que haya causado el problema seguirá ahí presente haciendo que otros animales enfermen también o el mismo que ya fue tratado recaiga). Con esta manera de actuar solo estamos logrando que los proveedores de medicamentos, insumos o herramientas de uso veterinario hagan buenas ventas pero impactando negativamente en la economía del productor.

También debemos hacernos sumamente conscientes de que en un sinfín de casos también podemos estar causando iatrogenias, es decir, estamos aplicando un supuesto remedio para controlar o resolver de plano una patología o disfunción o alteración específica en el animal, pero que si no hemos realizado antes una idónea anamnesis del caso y obtenido un certero y completo diagnóstico del problema de fondo, y por tanto recurrimos a paliativos y no a soluciones radicales, podemos estar causando al mismo tiempo otras alteraciones colaterales, no necesariamente en la salud del animal tratado, sino en entorno o en el grupo de animales que conforman la ganadería, o en las personas que conviven con los animales, etc. Para decirlo concretamente, una iatrogenia es cuando decimos que a veces el remedio resulta peor que la enfermedad, y esto por causa del supuesto “remedio” mismo. Y si tenemos en cuenta que aplicando una idónea profilaxis a todo nivel en la ganadería podremos evitar caer en este tipo de desfavorables consecuencias, pues no tiene sentido que nos la pasemos actuando a favor de la cura y no de la prevención.

Ya en este contexto, resolvamos cada uno las preguntas planteadas al inicio:

1.- ¿Qué tan preventivos realmente somos?

La tendencia generalizada es la de no ser preventivos, pero la recomendación que queremos hacerles, misma que trabajamos con nuestros asesorados, es la de volvernos más preventivos y cada vez acudir menos a la curación (no actuar después de, sino antes de).

2.- ¿Tenemos realmente el buen hábito de prevenir para no tener que luego curar?
(Responda esta pregunta para usted mismo según su situación particular)

3.- ¿Lo estamos aplicando en la gerencia de nuestras ganaderías, a todo nivel?

Al menos nosotros nos encontramos con alta frecuencia en las ganaderías que asesoramos con un manejo realmente muy precario de los conceptos de medicina veterinaria preventiva desde las mismas decisiones del ganadero (gerente), quien en muchos casos llega a ser un “mandadero” de sus propios empleados para que compren y les lleven lo que estos digan que necesitan, y esta es una evidencia objetiva del pésimo manejo en el que muchos se ven envueltos en la gerencia de sus negocios ganaderos, y caen en ello básicamente por no tener diseñado y en uso primero que todo un PLAN SANITARIO PREVENTIVO (que en ciertos casos tendrá que volverse inevitablemente curativo ya que hay ciertas enfermedades o afecciones de salud en los animales que así lo demandan), y todos los empleados deben acogerse y velar por el cumplimiento de dicho plan

4.- ¿Qué tan acostumbrados estamos a prevenir o a curar en las ganaderías?

Lo responderé con uno de los clásicos ejemplos de lo que nos vemos en la necesidad de corregir en las asesorías que prestamos a productores que emprenden sus proyectos de ganadería racional: Casi todos, por no decir que todos, traen el desfavorable y arraigado hábito de aplicar antibióticos y/o antiparasitarios al ganado con alta frecuencia, y peor que eso, lo aplican al 100% de los animales del rebaño o hato. Supongamos por ejemplo que se trate de darles un baño a todos los animales por igual con un producto que mate y “prevenga” la infestación de ectoparásitos. Y esto lo hacen porque todos sus colegas lo hacen o le dicen que hay que hacerlo, o porque así lo aprendió y así lo ha estado haciendo por muchos años. Y lo hacen con la muy buena intención de PREVENIR para luego no tener que curar a los animales de enfermedades transmitidas o desencadenadas por los parásitos mismos. Y están convencidísimos que esta es una forma correcta de ser preventivos y no curativos, pero tengo que advertir que si este es su caso, está tan equivocado como todos los que piensan así.

Este manejo más bien demuestra un total desconocimiento de la medicina veterinaria preventiva y de la naturaleza misma de los procesos de parasitación de los animales, entre otras cosas. Así mismo, refleja el resultado de una cadena consecutiva de decisiones equivocadas por parte del ganadero, siendo por ejemplo, la primera (o una de las primeras), una elección incorrecta de la raza o genética para el ecoambiente en el que se encuentra ubicada su tierra. Todos, hoy por hoy, sabemos que hay razas que por naturaleza son por mucho más resistentes a la infestación de parásitos por ser a su vez animales completamente adaptados a las condiciones de vida de un ecosistema específico. Luego, si el ganadero usa estas razas (entre las cuales se destacan por ejemplo para las condiciones que impone el trópico en América, los cebuínos, o los denominados criollos y mestizos de América), resulta absurdo bañar a todos sus animales por igual con un antiparasitario. Y si a esto le agregamos que en un rebaño de animales de pastoreo usando razas bien adaptadas o adaptables a las condiciones de ambiente específicas de la ganadería, por mucho un 10% de los animales son sensibles o susceptibles a contraer parásitos y el restante 90% o más no lo son, tampoco hace ningún sentido aplicar el antiparasitario a todos los animales por igual.

Podría profundizar más en detalles similares a los expuesto para ser más ilustrativo y contundente, pero creo que con lo dicho es suficiente para simplemente ejemplificar el tipo de errores tan elementales en los que caemos en las ganaderías, por no diseñar planes de verdadera medicina veterinaria preventiva (en vez de curativa). De paso, al actuar así estamos practicando una ganadería racional. Pero en la transformación hacia la ganadería racional, es importante que comencemos a capacitarnos para entender mejor cómo es que se realiza un manejo holístico de la salud y sanidad animal, para que en vez de mantener la nada favorable tendencia a acostumbrarnos a curar, y enfocarnos en el establecimiento de mejores prácticas ganaderas a todo nivel que realmente permitan garantizar que nuestros animales se van a mantener sanos por un manejo correcto y no por estarlos tratando con medicamentos convencionales.

5.- ¿Qué tanto impacto tiene, ya sea la prevención o la curación, que acostumbramos en las ganaderías?

Al hablar de impacto son muchos factores los que habría que tener en cuenta, pero si nos enfocamos en lo económico, se registra que en una ganadería promedio, los costos y gastos que se hacen en medicamentos, insumos, herramientas y demás consumibles para mantener en “buenas condiciones” al ganado, corresponde a entre un 8 y hasta 15% de los costos de producción, que en las ganaderías de producción de leche incluso podrían llegar a ser mucho más altos si se incluyen aquellos insumos que se utilizan en control o prevención de mastitis (por mal manejo), o en terapias hormonales para resolver problemas reproductivos, etc. Un desprevenido podría decir que un 8 a 15% no parece ser un impacto muy severo, pero ciertamente si lo es, si se compara por ejemplo con el rubro de más peso en los costos de producción que es la nutrición o suplementación en el caso de las ganaderías de leche, que está entre el 45 y 60%, o el de la mano de obra que es de alrededor del 30%. Nótese que proporcionalmente el gasto en medicamentos llega a ser en la mayoría de casos uno de los primeros 5 costos más pesados en la estructura de los costos de producción de las ganaderías, y que perfectamente se puede reducir al mínimo y convertirlo en ganancia, si nos enfocáramos más en un plan de prevención efectivo, y no en estar curando animales enfermos.

 

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Conclusiones

En conclusión, si ya estás implementando prácticas de ganadería racional o estás considerando hacerlo adoptando tecnologías como el Silvopastoreo o el Pastoreo Racional Voisin, o ambos, no te quedes solamente en dividir potreros y cultivar árboles, porque si bien esto trae impactos muy positivos a todo nivel de la ganadería, incluyendo mejoras colaterales en aspectos de salud y sanidad del ganado y del ecosistema en general, y se constituyen en una herramienta fundamental de apoyo para lograr tales objetivos, el abordaje de estas tecnologías para conseguir el máximo de sus bondades y/o beneficios, insistentemente debe ser más holístico, más racional, más integral, y en lo que a la salud y sanidad del hato se refiere, definitivamente tiene que ser muchísimo más enfocado al manejo profiláctico (prevención) y no basado en la curación que es a lo que venimos mal habituados en la ganadería convencional.

Finalmente, nunca dejen de considerar que está más que demostrado que cuando los animales de producción están siendo manejados en apropiadas condiciones de confort, bienestar, nutrición, salud y sanidad, serán animales más sanos, más fuertes, y más productivos, y si dejamos de gastar en lo que no necesitamos, y a la vez, producimos más, el resultado será sumamente positivo en cuanto a que obtendremos más ganancias, de ahí que cuando apostamos por implementar a todo nivel las prácticas de Ganadería Racional, tendremos como resultado final Ganaderías Más Rentables.

No se pierda en próximas publicaciones en la línea de profilaxis y bioseguridad, la ampliación y/o complementación de este tema todos los Jueves de Veterinaria. Lo invitamos a suscribirse para que reciba en su correo nuestras publicaciones que enviamos entre lunes y viernes de cada semana, en todas las áreas de interés para el ejercicio de la ganadería en todos sus componentes.

 

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