Herramientas para la Gerencia del Negocio Ganadero
¿Malezas? o ¡Buenezas!
en Ganadería Racional
Por: Ing. Agr. Marybell Muñoz – Ing. Agr. Oscar Jiménez (CEG Costa Rica)
Los ganaderos estamos mal acostumbrados a tratar como maleza toda aquella planta o vegetación que aparece en nuestros potreros distinta al pasto. Y no cabe duda que una que otra planta puede tener un efecto nocivo contra los animales de pastoreo, como las que cortan, hieren, intoxican o matan, pero estas a Dios gracias no son precisamente las que más abundan (con muy contadas excepciones). La pregunta es: ¿realmente son tan «malas» las plantas nativas tales como gramas, herbáceas, leñosas o demás distintas a las pasturas deseadas entre ganaderos? ¿será cierto eso de que no aportan nada bueno y que debemos erradicarlas para dedicar nuestros potreros al monocultivo de los llamados pastos mejorados? ¿no será esta una estrategia de la industria de los herbicidas para que nos hagamos continuos consumidores de sus productos?
Acompáñenos con su lectura en esta publicación donde hemos consignado información respecto a este interesante tema, entre lo cuál le contaremos cómo lo manejamos en la práctica de la Ganadería Racional, y muy especialmente en las ganaderías que implementamos Pastoreo Racional Voisin (PRV), donde en vez de atacar las mal llamadas malezas, les sacamos el máximo provecho con múltiples propósitos. Tema que hemos elegido para hoy Lunes de Agronomía en CEG Internacional.
Las plantas arvenses, más conocidas genérica y tradicionalmente entre los ganaderos como malezas, han sido durante años satanizadas, señaladas como plantas no deseadas en los pastizales, distintas a las que sí son deseadas y/o a las que se han ido sembrando (cuando es el caso), que emergen en un cultivo o pastizal casi siempre de forma natural, por lo que muchas de ellas son autóctonas o nativas, y otras tal vez foráneas pero ya naturalizadas, y que por estas y otras razones colonizan con facilidad grandes áreas y aparentemente disputan con las plantas de mayor interés por nutrientes, agua y luz solar (de manera que el agricultor o ganadero las ve como si fueran una plaga invasora e inconveniente); pero en un segundo concepto, también son hospederas de insectos (que podrían llegar a ser plagas en los cultivos establecidos) y de otros parásitos que causan enfermedades y que afectan los rendimientos en los cultivos de interés.
Este concepto negativo de las «malezas» actualmente se encuentra sustentado por literatura «científica», y de hecho existen centenares de libros que describen los métodos convencionales para combatirlas. Esto, por supuesto, promovido principalmente por compañías fabricantes de herbicidas y ampliamente acogido por la academia y el mundo comercial. Y tal ha sido el arraigo conceptual negativo con relación a las «malezas», que consecuente con ello los agricultores y ganaderos han sido impulsados a llevar a cabo la destrucción permanente de la flora herbácea y arbustiva nativas de forma indiscriminada, y sin medir consecuencias.
Entre tanto, del otro lado de la orilla, tenemos el concepto de plantas arvenses que nos debe orientar hacia una producción más racional, o sea, hacia el conocimiento de estas plantas, de sus funciones y de sus bondades y/o de sus beneficios, de tal manera que se ha ido acogiendo de forma generalizada entre productores (y algunos profesionales) el adjetivo popular de ¨buenezas¨ en contraposición de su significado negativo. Y aunque las diferencias entre ambos conceptos son básicamente tecnicismos agronómicos, nos han llevado a un entendimiento erróneo del funcionamiento del ecosistema y al conocimiento superficial de sus relaciones y servicios a nuestros medios de vida.
El Doctor en Agronomía Luiz Carlos Pinheiro Machado, menciona en su libro Pastoreo Racional Voisin: tecnología agroecológica para el tercer milenio, que ¨Los hechos en la naturaleza no suceden por casualidad¨, y por lo tanto el deber de aprender a leerla y a comprenderla es uno de los principios elementales para poder alcanzar la verdadera sustentabilidad de nuestros sistemas productivos, puesto que ir en su contra no resuelve nada, y por lo contrario, agravará aún más las situaciones. Esta lectura de la naturaleza implica el entendimiento de que las mal llamadas malezas son plantas útiles, que están indicando alguna conducta equivocada en el manejo del suelo y que en lugar de intentar exterminarlas, es más sabio y eficiente identificar las causas por las que aparecen, y actuar sobre ellas. Esto es indispensable para el manejo racional de los pastizales para la ganadería (y por eso es más correcto denominarlas plantas arvenses o indicadoras).
Para comprender a fondo este concepto debemos remitirnos a conocer el fenómeno natural llamado sucesión ecológica, que consiste en un proceso mediante el cual un ecosistema busca restaurarse luego que haya sido agredido o despojado por alguna razón de su vegetación natural. Siendo las plantas arvenses y/o indicadoras las habitantes pioneras en este proceso, puesto que con sus diversos mecanismos propios de adaptación para sobrevivir a condiciones extremas (y adversas para las gramíneas), por ejemplo, que cuentan con un gran banco de semillas latentes en el suelo que están listas para germinar con el fin esencial de recuperar la sustentabilidad de tal ecosistema, cubriendo inicialmente el suelo agredido y que ha quedado desnudo, y poco a poco reactivando la vida en ese ambiente para que sus sucesoras, las gramíneas, los arbustos y posteriormente los árboles, logren desarrollarse, y para que finalmente cedan su presencia ante la regeneración y ante la vida misma. En nuestros actuales sistemas de producción estas plantas tienen importantes funciones, tales como:
- Cobertura y protección del suelo contra la erosión y contra la incidencia directa de la radiación solar que también es causa de erosión,
- Descompactación y modificación favorable de la estructura del suelo,
- Recuperación de la fertilidad del suelo (materia orgánica),
- Participación en el control biológico de plagas y enfermedades
- Relaciones alelopáticas que contribuyen al control natural de plantas indeseadas y complementan la acción de control biológico,
- Conducción de nutrientes de capas profundas de los suelos hacia capas superficiales poniéndolos a disposición de los cultivos,
- Promueven la biocenosis (muchas tienen relaciones simbióticas entre plantas y/o con los organismos vivos del ecosistema y/o hospedan entomofauna benéfica),
- Promocionan la salud y fertilidad del suelo,
- Muchas de estas plantas tienen acción medicinal y/o tienen utilidad fitoterapéutica,
- Varias son melíferas (producen polen y atraen abejas),
- Son un recurso genético de gran importancia en la lucha por la biodiversidad.
Además de todo esto, en la naturaleza entre las plantas no existe la competencia sino que más bien coexisten en perfecta armonía (siempre que se les permita).
Con tantas funciones benéficas que tienen las plantas arvenses e indicadoras, no sería para nada justo llamarlas entonces despectiva y negativamente maleza, hierba mala o invasora. Justamente por esto, en Pastoreo Racional Voisin (PRV), se las ha preferido llamar genéricamente plantas indicadoras puesto que aportan a la ganadería (y si se quiere también a la agricultura) la función fundamental de proteger los ecosistemas, y por lo tanto si es que deseamos que no crezcan o se propaguen en nuestros campos, es necesario no caer en prácticas de agresión al suelo o a los ecosistemas ya que normalmente estas predisponen su presencia (no se erradican sino que quedan en latencia), al favorecer las condiciones para que el banco de semillas de estas plantas que queda latente en el subsuelo, puedan germinar. Por ejemplo, usar alguna perturbación del suelo con implementos agrícolas (arados por ejemplo), o el uso de agrotóxicos y/o fertilizantes sintéticos, manejos extensivos de pastoreo, o cualquier otra conducta que traiga en consecuencia: suelos descubiertos, compactados, intoxicados, y que modifiquen su cobertura vegetal. Todas estas son situaciones que afectan inmediatamente y de forma negativa la biocenosis, alterando las relaciones bióticas y rompiendo el equilibrio del ecosistema.
También es importante tener siempre en consideración, el hecho de que algunas plantas arvenses e indicadoras aparecen en respuesta a condiciones específicas del suelo, por ejemplo: Cuando un suelo sufre de algún tipo de compactación, plantas como la Escobilla (Sida acuta o Sida rhombifolia) y algunas plantas herbáceas de raíz pivotante, son indicadores de esta condición, y son fácilmente identificables ya que al arrancarlas junto con su raíz, estas se encontrarán dobladas o bifurcadas. Plantas como el zacate amargo (Digitaria insularis), los helechos, las ciperáceas, entre otras, son indicadores de suelos ácidos y de baja fertilidad. Algunos tipos de grama y zacatones suelen ser indicadores de suelos erosionados y compactados los cuales generalmente tienen raíces fasciculadas y rizomatosas como adaptación a estas condiciones. Algunas plantas indican presencia o excesos de algunos nutrientes y finalmente están las que representen algún riesgo para la salud del animal y/o de los trabajadores, haciendo referencia a aquellas plantas que son tóxicas, o las que pueden herir o causar alergias, las cuales requieren algún tipo de manejo/intervención para evitar accidentes. Estas últimas que tienen efectos nocivos en contra de los animales son las únicas que deben catalogarse como verdaderas «malezas», y solo a ellas se les debe tratar de impedir su desarrollo o reproducción.
En relación con la ganadería, estas plantas indicadoras (que aportan beneficios de algún tipo) son por supuesto siempre bienvenidas, primero por todos los beneficios que promueven en la regeneración de los suelos, y segundo porque son plantas de cobertura que suelen ser consumidas en su mayoría por los animales, recordando que estas plantas tienen nutrientes similares a los pastos e inclusive son más ricas en algunos macro y microelementos (hay arvenses ricas en proteína por ejemplo).
En PRV y SPRV los animales modifican su comportamiento y pasan de ser animales que pastorean de forma selectiva a ser verdaderos depredadores de hierba. Con lo cual, serán los mismos animales los que van a controlar y suprimir estas plantas indicadoras, y esto es gracias a que normalmente estas plantas tienen ciclos de vida más largos que el forraje (gramíneas), y que por consecuencia, al ser pastoreadas antes de alcanzar su madurez sexual se evitará su propagación. También, son plantas que no resisten el pisoteo ni el pastoreo directo. Además, con PRV a mediano y largo plazo se beneficia de forma directa la salud del suelo con lo cual las plantas indicadoras poco a poco serán desplazadas.
Autores:
Oscar Jiménez y Marybell Muñoz
Ingenieros Agrónomos
Cultura Empresarial Ganadera Internacional
Sede Costa Rica
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